PRIMAVERAS

Marzo de 2009

Llegará la primavera unos días después de que el periódico de Albolote publique este número. El sol ya se ha ido anunciando gradualmente, entreverando jornadas cálidas con días plomizos, últimos retazos del invierno que preparan la mudanza de las estaciones. Todavía está por llegar el mes de abril, aguas mil, que se encontrará con el pantano del Cubillas al 95 por ciento de su capacidad. Con las primeras calores del año surgen ciertas alergias, vuelve la astenia primaveral con sus cambios súbitos que no tienen ni medecinas ni inderciones que lo remedien del todo… para mayor gloria de los hipocondríacos vocacionales, entre los que me incluyo.

Con el buen tiempo resurgen los amotillos por las calles alboloteñas: técnicamente hay una diferencia entre ciclomotor y motocicleta, pero el término amotillo tiene una connotación más popular, incluso sentimental, poco que ver con las motos trucadas que van haciendo caballitos mientras sortean los pasos elevados que ya quisieran Pedrosa y Lorenzo dominar con esa soltura. En otro tiempo los vespinos con canastilla trasera para los aperos iban y venían por la calle Real hacia el camino de las Tres Cruces para las actividades agropecuarias. Ya van quedando pocas vespinos o mobilettes, pero alguna queda, sin más ruido ni humo que el estrictamente necesario, y sin hacer caballitos ni virguerías porque ya no tienen edad pa eso..

El momento cumbre del amotillo en lo cultural fue probablemente la creación de Al vent, una canción de los sesenta compuesta por el valenciano Raimon, que hablaba con gran sencillez de la sensación de libertad que le proporcionaba ir en moto mientras el viento le acariciaba la cara.

Por entonces llevar casco no era obligatorio, y probablemente no se corría tanto como ahora, porque en general había menos buya en lo cotidiano.Ahora bien, el casco es obligatorio, ya sea un calimero o un quitamultas, y además necesario, cómo no, porque las motos siempre tienen las de perder con los reyes de la pista, es decir, los coches.

En fin, disfrutemos este entretiempo mientras van resucitando las moscas que tanto nos entretienen en las sobremesas veraniegas. Y otro día hablaremos sobre la peculiar manera de interpretar las señales de tráfico que tenemos en Albolote. Que esa es otra.