CALATAYUD

Junio de 2009


Vino el juez Calatayud a Albolote para dar una conferencia acerca del asunto que le ha hecho popular en toda España invitado por el Club Deportivo Imperio, que aunque haya descendido de Tercera, tuvo una idea de primera. Siempre hay algo interesante en las conferencias de este juez. Su estilo es afable, sencillo, directo, y además da muy bien en televisión, tanto es así que se lo rifan para las entrevistas. El juez Calatayud humaniza su cargo con su manera de explicar las cuestiones, no es que los jueces hayan dejado de ser humanos pero el tópico de seriedad y rigurosidad se atenúa con cuando el juez Calatayud habla como Emilio, de profesión, padre de familia.


¿Y cómo ha cambiado la relación entre padres e hijos en nuestro ámbito cercano? La brecha intergeneracional en este campo es enorme. La rigidez excesiva de otros tiempos ha ido transformándose hacia una cierta anomia en la actualidad, propia del relativismo que hoy impera… relativamente. Los padres del estilo “aquí mando yo” siguen existiendo pero ese mando (de la tele) se ha ido democratizando un tanto. En otros tiempos autoridad significaba automáticamente autoritarismo, con algunas excepciones. En la conferencia el juez hizo referencia a la “hipersensibilidad” de ciertos menores contemporáneos, empecinados en desequilibrar la balanza de derechos y deberes hacia su interés, es decir, dame derechos y no me hables de deberes, compae. Qué lejos parecen los tiempos en que a los padres se les hablaba de usted por obligación, aunque hoy eso del usted parece –aunque no lo sea- un término anticuado.

Así las cosas, el término medio parece un lugar imposible; de un extremo a otro, este pendulazo –un fenómeno tan español- afecta también a los maestros y de fondo quedan los alarmantes niveles de fracaso escolar, por encima del 30 por ciento en Andalucía. Algo está fallando. En el entorno quizá esté la clave de tantos cambios que han generado una nueva situación enmarañada para muchos adolescentes, padres, profesores… y para el juez de menores en último lugar. La experiencia de Calatayud reflejada en sus libros le está permitiendo ayudar mucha gente, estimula la reflexión sin tener que andarse con los rodeos propios de lo políticamente correcto y otras ambigüedades.

PUEBLO

Mayo de 2009

Hace unos días me comentó un amigo que Albolote es cada vez menos pueblo y quizá tiene razón. Mucha gente nos conoce por la ubicación de la cárcel, por el polígono industrial de Juncaril o por ser un lugar de paso hacia Granada desde el Norte. No es que Albolote haya perdido su idiosincrasia de pueblo andaluz, pero los cambios están transformando su fisonomía, sus construcciones, sus calles e incluso sus gentes. No hay más que preguntarle a la generación que hoy son abuelos, cuya “memoria del subdesarrollo” ha conocido en primera persona, es decir, por experiencia, las transformaciones de todo tipo que se han dado, a paso lento, en este pueblo como en otros de el área metropolitana de Granada. En las periferias de otras grandes ciudades españolas, Madrid, Barcelona o Bilbao, por ejemplo, se dieron en otro tiempo episodios parecidos, que con el tiempo (no mucho) veremos en Granada también, ineluctablemente, en forma de conurbación. Al fondo queda la vega, con incierto destino.

No creo que Albolote deje de ser pueblo de un día para otro. Quizá deje de serlo el día en que nadie se siente en la puerta a tomar el fresco, que ya va siendo tiempo por mayo. En ese terreno de las costumbres y las tradiciones, tan soberanas, aún guarda Albolote ciertas esencias que se van mezclando con los nuevos modos de vida, maneras de vivir. A los más jóvenes nos quedan los libros, los periódicos o la memoria de los mayores para conocer ese tránsito entre generaciones; algunas de esas escenas costumbristas alboloteñas las retrató, con tanta simpatía y ternura, Juan de Dios Carvajal en su libro “Como lo viví… como me lo contaron”. Ese ejercicio para recoger los recuerdos cotidianos de antaño nos permitió a muchos bucear un poco en nuestras raíces con una perspectiva fuera del círculo familiar.

Permítanme añadir una casualidad: internet me permitió encontrar una cita a un bisabuelo mío, el Tío Arcas, dentro de una reseña histórica del sitio web del Ayuntamiento de Maracena. Era un hombre de pueblo, un personaje popular de la época, zapatero para más señas, y sin embargo, me tropiezo con mis raíces ¡por internet! Internet es parte de los cambios que están redefiniendo la vida cotidiana en todo el mundo, mientras mantenemos esas costumbres universales de pueblo andaluz.

ABRILES

Abril de 2009

Dice el refrán que las mañanicas de abril son mu güenas de dormir. Pero los camastrones, y no miro a nadie, tienen la excusa de abril porque es abril, y en mayo porque será mayo… para seguir abducidos por las sábanas, somieres y colchones más horas de la cuenta. En Semana Santa hay muchos –sigo sin mirar a nadie- que aprovechan para dormir el sueño retrasado por las obligaciones y los madrugones, a lo que se suma en bastantes ocasiones el trajín extra de seguir las procesiones por las calles de Granada, entre bullas y jaleos de calle en calle por el centro histórico de Graná. Llega uno a la casa generalmente con los pies hinchados, las procesiones cansan, y el sueño lo coge a la primera. Como son días de fiesta, hala, a dormir a la pata la llana que el despertador mañana no suena.
Hay quienes aprovechan estos días de abril para disfrutar con la familia de las primeras barbacoas, para dar una vuelta por el campo o incluso para escaparse de viaje más o menos lejos y cambiar de aires. Para recargar las pilas que se dice tópicamente. Lo que es mester, es que todos los que se fueron vuelvan, haciendo caso al consejo tantas veces repetido a la manera popular de “gasta cuidaíco en la carretera”. Una vez de vuelta a Albolote, no dejen de tener cuidado tanto los viandantes como los vehículos. La cera en las aceras y las calzadas resbala y si caen cuatro gotas (o cinco) más aún. Esta advertencia la hago especialmente para los que conducen amotillos, a los que mencionaba en el último artículo, que tienen todas las de perder con este asunto. Niño, gasta cuidaíco con el amotillo que este mes de abril luce estupendo y hay que disfrutarlo. Ya lo cantaba Carlos Cano, “abril para vivir”. Si me permiten, añadiré a la manera del maestro del Realejo que abril es para disfrutarlo, si el tiempo no lo impide. Se puede incluso para apagar la televisión y darse un paseo o un garbeo por el campo porque en abril pone el huevo la perdiz.

PRIMAVERAS

Marzo de 2009

Llegará la primavera unos días después de que el periódico de Albolote publique este número. El sol ya se ha ido anunciando gradualmente, entreverando jornadas cálidas con días plomizos, últimos retazos del invierno que preparan la mudanza de las estaciones. Todavía está por llegar el mes de abril, aguas mil, que se encontrará con el pantano del Cubillas al 95 por ciento de su capacidad. Con las primeras calores del año surgen ciertas alergias, vuelve la astenia primaveral con sus cambios súbitos que no tienen ni medecinas ni inderciones que lo remedien del todo… para mayor gloria de los hipocondríacos vocacionales, entre los que me incluyo.

Con el buen tiempo resurgen los amotillos por las calles alboloteñas: técnicamente hay una diferencia entre ciclomotor y motocicleta, pero el término amotillo tiene una connotación más popular, incluso sentimental, poco que ver con las motos trucadas que van haciendo caballitos mientras sortean los pasos elevados que ya quisieran Pedrosa y Lorenzo dominar con esa soltura. En otro tiempo los vespinos con canastilla trasera para los aperos iban y venían por la calle Real hacia el camino de las Tres Cruces para las actividades agropecuarias. Ya van quedando pocas vespinos o mobilettes, pero alguna queda, sin más ruido ni humo que el estrictamente necesario, y sin hacer caballitos ni virguerías porque ya no tienen edad pa eso..

El momento cumbre del amotillo en lo cultural fue probablemente la creación de Al vent, una canción de los sesenta compuesta por el valenciano Raimon, que hablaba con gran sencillez de la sensación de libertad que le proporcionaba ir en moto mientras el viento le acariciaba la cara.

Por entonces llevar casco no era obligatorio, y probablemente no se corría tanto como ahora, porque en general había menos buya en lo cotidiano.Ahora bien, el casco es obligatorio, ya sea un calimero o un quitamultas, y además necesario, cómo no, porque las motos siempre tienen las de perder con los reyes de la pista, es decir, los coches.

En fin, disfrutemos este entretiempo mientras van resucitando las moscas que tanto nos entretienen en las sobremesas veraniegas. Y otro día hablaremos sobre la peculiar manera de interpretar las señales de tráfico que tenemos en Albolote. Que esa es otra.

PARECIDOS

Febrero de 2009

Todos tenemos un “parecido razonable” con alguien, no sólo físico. Seguramente que cualquiera de ustedes conoce a alguien que le da un aire a Julián Muñoz, no me refiero a los pantalones a la altura del ombligo sino a su bigotillo, tan castizo, que oculta sus dientes, dientes. Siendo yo un chiquillo, en el colegio siempre había un Schuster, futbolista de moda en la época, que no era ni más ni menos que el rubillo de la clase. Más tarde a los rubillos les decían Prosinecki, con una dosis extra de cachondeo.

Ahora la televisión nos muestra todos los días cientos de famosos de distinta ralea, de tal forma que cualquier joven, bonico o feo, toma como referencia a alguna celebridad, cantantes, deportistas... Hay veces que una cierta estética acompaña al parecío o directamente lo sustituye, e incluso se adoptan costumbres asociadas a los distintos estilos de vida que la publicidad nos señala. En otros tiempos las referencias eran menores, quizá eran los actores y las actrices del cine de cualquier tiempo pasado los modelos a seguir. Sin embargo, hoy existe un abismo estético entre generaciones: parecerse a los padres es un síntoma de ranciedad entre adolescentes y veinteañeros. Ya no digamos escuchar la música de hace treinta años o compartir gustos televisivos con los abuelos. Todos estos cambios también se perciben en los modos de vestir, los hábitos sociales o la alimentación actual.

Albolote ha cambiado en los últimos treinta años y ha pasado de convertirse en un pueblo con costumbres de pueblo a desarrollar una personalidad distinta, como ciudad dormitorio en la periferia granadina, con buenos servicios y una calidad de vida menos cara que en la ciudad. Hay quienes definen la calidad de vida de una forma muy sencilla: “no tener que coger el coche pa’ná”. Pero eso no es fácil: hay quienes se pasan medio día en el coche por motivos de trabajo y, entre preocupaciones cotidianas y la lucha diaria por la vida, va pasando el tiempo mientras se cumplen años y se acumulan experiencias… y un día uno se descubre en el espejo retrovisor con ciertos gestos heredados de los progenitores en la manera de hablar, de caminar o hasta de rascarse la oreja.

OBAMA

Enero de 2009

Tengo una exclusiva que contarles: Obama es el primer presidente negro de la historia de Estados Unidos. -Pues vaya exclusiva, te has estrujao bien las meninges-. No se habla de otra cosa en los medios, desayuno, merienda y cena con el mismo asunto, dale que dale a los tópicos. Recién llegado a Washington, de donde las naranjas washingtonas, (casi) todo el mundo mira hacia la Casa Blanca con admiración por el momento histórico. Lejos quedan los tiempos en los que los emigrantes andaluces veían por primera vez a una persona de raza negra cuando llegaban a Francia. Con esa naturalidad me lo contaba una señora de Albolote que migró en los sesenta a la banlieue de París.

Por esos años se hicieron populares en España los primeros morenos, conocidos por los medios de comunicación: el músico Antonio Machín y el boxeador José Legrá, ambos cubanos de nacimiento. Aunque bien pensado, el rey mago Baltasar es el que más tiempo lleva dándose a conocer en día de Reyes. Por la pequeña pantalla vino Kunta Kinte, en aquella serie mítica ‘Raíces’, y por el cine, Sidney Poitier, un gran actor que tuvo un papel pionero en la industria de Hollywood.

Hoy en día, el exotismo por la presencia de personas de raza negra en nuestro entorno ha dejado de ser un fenómeno infrecuente: en los colegios, en el supermercado, en cualquier ámbito público y, por qué no, en la familia también. La foto que tiene Enrique, senegalés, en el Bar Lima es una manera cariñosa de integración a la alboloteña, con esa mezcla de estima y consideración que da el trato cercano con gente apañá. Enrique es un tío simpaticón, sonriente, bromista y que es apreciado en todos los bares del pueblo. Este es un ejemplo sencillo de cómo, actualmente, conviven con normalidad en Albolote gentes de muy diversas procedencias y orígenes, porque en el fondo todos estamos hechos de lo mismo y cómo mucho cambia el color la piel o los rasgos. ¿Y eso qué es? Na.

UNA ALBOLOTEÑA EN LA REPUBLICA DOMINICANA





María Trinidad Ramírez Segura nació en la calle Real de Albolote en el seno de una familia humilde de cinco hermanos: su padre, don Manuel Ramírez, fue emigrante durante 18 años en Francia, temporero en la vendimia, en la endibia o en lo que tocara. “Mari”, como la llaman en familia, nació con una vocación social sencilla de entender: ayudar al prójimo. Su madre, Doña Trinidad Segura, cuenta una anécdota muy humana de su hija: “cuando niña, Mari descolgaba a escondidas chorizos y longanizas de una caña y se lo daba a los pobres que pedían en su puerta. Lo hacía sin que nadie se enterase, por socorrer a los pobres”.

Doña Trinidad notaba que Mari, a los 7 años, ya tenía “algo especial” por ayudar a los más necesitados, para hacer el bien, sencillamente. Sus hermanos, Manuel, Juana, Rafael y Miguel destacan también esta condición bienhechora de Mari, de la que se sienten tan orgullosos.
A los 21 años, Mari entró con las hermanas Adoratrices (Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad), de las que en este 2009 se cumplen 200 años del nacimiento de su fundadora, Santa María Micaela.


Era 1980 y un año más tarde, en 1981, comenzó el Noviciado en la ciudad de Valencia. Su periplo como novicia la llevó dos años después a Burgos y en septiembre de 1985 a Málaga.
A la República Dominicana llegó 30 de Septiembre de 1987. Cuando su madre conoció el destino de su hija en este país caribeño, Mari le enseñó donde se encontraba aquella isla La Española, que parecía como “una hormiguita” en medio del océano. Sus padres, Trinidad y Manuel, quedaron contentos porque su hija era feliz realizando en lugar tan alejado esa vocación que la había llevado a hacerse monja.

“Como una paloma mensajera” voló hace 22 años por primera vez hacia la República Dominicana. Regresó a España para hacer los votos perpetuos en Granada el 9 de Octubre del 1988 y de nuevo volvió a Santo Domingo para desempeñar su servicio conforme a la misión de la Adoratrices, que es “liberar y promover a la mujer explotada por la prostitución o víctima de otras situaciones que la esclavizan, tratándola con benevolencia y verdadera caridad”.

Cuenta Mari que las monjas adoratrices trabajan con jóvenes con problemas de conducta mujeres de la calle que llevan la marca del dolor, pues entran en la prostitución en busca de un poco de dinero para poder sobrevivir a las situaciones de miseria de sus familias.

En las dependencias de su convento las adoratrices ofrecen una guardería, cursos de alfabetización, talleres de repostería, academia de peluquería, centro de informática e incluso confeccionan ropa de bebe para madres sin recursos. El centro tiene una función terapéutica para ayudar a las jóvenes de la calle de manera gratuita a cambiar su patrón de conducta, moldeando actitudes para que vuelvan a la sociedad, regeneradas en busca de una nueva oportunidad que aprovechar. Las cuatro comunidades adoratrices en la R. Dominicana tienen ese objetivo común de posibilitar alternativas de inserción a la mujer a través de la adquisición de aprendizajes culturales según sus capacidades y de la inserción sociolaboral como medida de lucha contra la exclusión social.

Mari lo dice con naturalidad: “porque creemos en el ser humano y pensamos que es digno de una segunda oportunidad”. Del mismo modo, en el plano institucional, las adoratrices cooperan con sus acciones con instituciones, grupos y personas que tienen responsabilidad social en la defensa y promoción de derechos de la mujer.


La familia de Mari conoce de su voz muchas historias humanas en las que ella ha intercedido para ayudar: sus padres y sus hermanos se sienten orgullosos por el trabajo, generoso y cotidiano, que hace con la gente en República Dominicana.
Actualmente desarrolla su labor en un barrio conflictivo de Santo Domingo Este, no sólo con jóvenes marginadas en el mundo de la prostitución sino también con niños de ocho meses a cuatro años en una guardería que alberga el convento que atiende junto a otras hermanas adoratrices.

Mari se siente muy contenta en tierras dominicanas, siente que a pesar de los problemas sociales, aquel país está lleno de esperanza y de gente buena, tan amigable, tan risueña. Allí tiene Mari a sus mejores amistades. Dice que se ha “inculturizado” con aquellas gentes con facilidad, es un país hospitalario con el que los españoles compartimos costumbres y aspectos culturales, lo que Mari muestra con esa curiosa mezcla del acento de Albolote y el habla dominicana, ambas con una honda raíz popular.

Recientemente el programa de Canal Sur “Andaluces por el mundo” mostró su quehacer cotidiano, tan solidario, en barrios marginales como El Caliche, Los Mina o La Ciénaga. En esos lugares Mari ha conocido muchas historias humanas de gente empobrecida cuyas necesidades no son cubiertas por la mano asistencial del Estado.

Para ayudar más eficazmente en aliviar esos sufrimientos humanos, Mari estudió Psicología en una universidad capitaleña. Los estudios fueron un acicate para ella, porque le permitió tener una nueva perspectiva y nuevas maneras para realizar su trabajo con éxito.

Mari recibe periódicamente aportaciones de sus familiares y amigos. El poco dinero que recauda lo “estira” para que pueda ayudar a cuántas más personas mejor. Siempre hay alguien que colabora, aunque la crisis económica actual, que afecta tanto a la República Dominicana como a España, hace que sea más difícil obtener esos donativos. Muchos alboloteños le ayudan. Cuando viene por aquí los veranos, a la salida de misa mucha gente se le acerca tranquilamente y le ofrecen su colaboración. Con esas aportaciones y más ayuda ha podido construir recientemente una pequeña casa para una familia que vivía en condiciones de pobreza extrema.

Y así Mari, con su constancia de “hormiguita”, va haciendo el bien entre palmeras, javillas y mangos, sigue descolgando “chorizos y longanizas” para ofrecérselas al desamparado, con el que empatiza para iniciar un camino de asistencia en un país que es tan suyo como este en el que nació, no hace tantos años, en una calle alboloteña.